En este campamento hemos volado hasta Ventrosa, La Rioja. Entre tanta curva el grupo mayor XXX y los leuces llegaron algo mareados, pero con las fuerzas suficientes para montar las tiendas de campaña que se convertirían en su pequeño espacio de descanso.
Castaches:
Leuces:
Se suele decir que los medianos de las familias son los olvidados, pero ni mucho menos en este campamento. Este año los leuces venían a dejar huella en la historia. Por ello, el primer día hicieron una línea temporal que irían recorriendo a lo largo del campamento. Pasando por el paleolítico, Egipto, los griegos y romanos, los vikingos, la Edad Media, las Guerras Mundiales y la Guerra Fría, los chavales fueron haciendo cada día diferentes actividades acordes con la temática. Tuvieron el placer de dibujar como nuestros ancestros en un Twister a color, también hicieron sarcófagos con arcilla y se entrenaron como unos verdaderos romanos. Por si esto fuera poco, montaron un drakkar que superaría todas las dificultades marítimas, tuvieron que investigar en el cluedo la desaparición de la jefa vikinga y construyeron bunkers para protegerse de las peligrosas bombas de agua. Los últimos días fueron de reflexión sobre las guerras en la actualidad y la paz. Por supuesto, en medio de esta aventura temporal hubo pausa para el amor y la amistad. En la fiesta chipijuli pudieron bailar y declarar su amor gracias al buzón de leuces en el que les ponían diferentes pruebas. Aun siendo muchos leuces, crearon un entorno seguro en el que todo el mundo estaba a gusto.
XXX:
Tras unos años en los que los 30´s se habían unido y habían cogido confianza, era hora de tratar la fe y lo qué significaba en sus vidas. Empezaron con una pequeña presentación sobre lo qué pensaban y lo tuvieron que labrar a través de un debate. Tuvieron que trabajarse tanto exteriormente, creando estuches y camisetas que les dieron cohesión (aunque no la suficiente para ganar la liga de futbol), como interiormente, reflexionando sobre su creencias actuales. El joven cristiano también dio de lo que hablar, pero también tuvieron tiempo para la diversión. En este campamento pasaron de ser castaches jugando a la bandera, a leuces que se peleaban en una guerra de agua o a albatrillos que se disparaban en Rommel y Montgomery. De este modo dieron la vuelta a Albatros, formando un círculo en el que depositar toda la confianza que habían forjado estos años y que les dio la fuerza para hablar sin ser juzgados.
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